Yo he venido para ser la luz del mundo, para que cualquiera que
crea en mí no permanezca en tinieblas. Yo soy la luz que
ha iluminado el mundo; los que me siguen jamás volverán
a caminar en tinieblas, mas vivirán en la luz.
Aquí
descansa la prueba suprema: que la brillante luz ha venido a este
mundo tenebroso. Pero
los habitantes de este mundo aman más las tinieblas que la
luz, porque sus obras son malas. Así es que, aquéllos
que dedican su vida a la maldad odian la luz del día, estando
siempre temerosos de que sus obras sean descubiertas y condenadas;
mientras que aquéllos que practican la verdad vienen libremente
a la luz para que sus hechos sean vistos, porque sus obras son agradables
a Dios.
En una ocasión, ustedes fueron al desierto a ver al profeta,
Juan el Bautista. El les testificó la verdad. El fue una
luz ardiente y luminosa: y ustedes quisieron recrearse en su luz
por un tiempo. Pero yo tengo mayor testimonio que Juan; las obras
que el Padre me ha dado para que ejecute, las cuales estoy cumpliendo,
testifican que Él me ha enviado.
Si
yo no hago las obras de mi Padre, entonces ustedes están
libres para no creer. Pero, si hago esas obras, aunque ustedes no
crean en mí, crean a las obras que yo hago, para que puedan
conocer y creer que el Padre está en mí, y yo en Él.
Mientras
es de día, tengo que hacer el trabajo de Aquel que me envió:
porque la noche se acerca rápidamente cuando nadie podrá
trabajar.
La
lámpara del cuerpo es el ojo: si tu ojo es bueno, toda tu
vida estará llena de luz, pero si tu ojo es perverso, toda
tu vida estará llena de tinieblas; así es que, si
lo que ilumina tu vida es tinieblas, ¡cuán grande es
esa oscuridad!
¿No
hay doce horas de luz en el día? Pues si caminan de día,
no tropezarán debido a la luz de este mundo. Pero, sin embargo,
si caminan de noche, caerán, porque no habrá luz para
guiarlos.
Caminen
mientras tengan luz, de otra manera las tinieblas caerán
sobre ustedes de repente. Los que caminan en tinieblas no saben
por dónde van. Si un ciego guía a otro ciego, los
dos caerán en un foso.
Crean
en la luz para que puedan ser "hijos de la luz".
No
encienden una vela para luego cubrirla con una vasija, ni la ponen
debajo de la cama, sino que la colocan en un candelero, de modo
que cuando ustedes o sus invitados entren a su casa tengan luz para
ver. Tampoco encienden una vela y la ponen debajo de un canasto,
sino que la colocan en un candelero para que alumbre a todos los
que están en la casa. ¿No comprenden que ustedes son
la luz de este mundo? Ustedes son como una ciudad situada en una
colina que no puede pasar inadvertida.
Dejen
que su luz resplandezca brillantemente delante de todos para que
puedan ver sus buenas obras y glorifiquen a su Padre que está
en los cielos, porque lo que hagan en secreto será finalmente
revelado, y aquello que está escondido un día será
proclamado de confín a confín.
Lo
que les digo secreto, proclámenlo públicamente, y
lo que oigan al Espíritu susurrar, grítenlo desde
los tejados.
LA
REVELACIÓN
La
Hora viene en que el Hijo del hombre será revelado y glorificado.
Yo
no busco mi propia grandeza; pero hay uno que busca exaltarme. El
es el juez de aquellos que me rechazan.
Sus
leyes declaran que el testimonio de dos testigos es verdadero. Por
consiguiente, yo doy testimonio de mí mismo, y el Padre,
quien me envió también da testimonio de mí.
Sé
que el testimonio que El ha dado de mí es verdadero. Por
esto, no busco aprobación de las autoridades terrenales.
El
que proclama su propia ideología, lo hace para obtener honor
para sí mismo. Pero el que obra para la gloria y honor de
Aquel que lo envió es verdadero, y no hay ninguna falsedad
en Él.
Yo
no vine a ustedes por mi propia cuenta, sino que fui enviado por
Aquel, quien es la Verdad. No he descendido del cielo para hacer
mi propia voluntad, sino para hacer la voluntad del Padre, quien
me envió. Nací y vine al mundo con este propósito:
ser un testimonio vivo de la verdad. Aquellos que aman la verdad
me siguen.
Yo
y mi Padre somos uno, y en su nombre he venido a ustedes para que
puedan tener vida, y para que la puedan tener más abundantemente.
Yo soy la puerta. Cualquiera que entre por esta puerta será
salvo.
Toda
autoridad me ha sido dada, tanto en el cielo como en la tierra.
Yo les doy vida eterna, las llaves del reino del cielo, y el poder
sobre todos los poderes del enemigo.
Así
es que, no dejen que su corazón se turbe o tenga miedo; mi
paz les doy, una paz que supera grandemente a la que el mundo puede
darles.
Conocerán
la verdad, y la verdad los hará libres; y si el Hijo de Dios
les liberta, serán libres en verdad.
Les
digo esto a fin de que puedan tener fe para creer, y ser transformados.
Esta
es la voluntad de Dios, que me ha enviado: que todos los que pongan
su mirada en el Hijo, y crean en Él, tengan vida eterna;
y si creen en mí yo los levantaré en el día
postrero. ¿Creen en el Hijo de Dios? Es él quien les
habla.
LA
PALABRA DE VIDA
El
Padre, que me envió, me ha ordenado qué decirles.
Yo sé que sus palabras conducen a la vida eterna; así
es que, todo lo que El me ordena decir, lo digo.
Estas
palabras que yo les hablo no son mías, sino que proceden
del Padre, quien me ha enviado.
Los
que oyen mis palabras, y creen en Aquel que me ha enviado, tendrán
vida eterna; no serán condenados, mas pasarán de muerte
a vida.
¡Escuchen!
La hora viene, y ya ha venido, cuando los muertos oirán la
voz del Hijo de Dios, y los que oigan su voz vivirán.
Escudriñen
las Escrituras; porque en ellas ustedes piensan que encontrarán
la vida eterna. Ellas dan testimonio de mí, sin embargo,
ustedes vacilan en venir a mí, para que puedan recibir vida.
Aunque
sin presentarse a ustedes directamente, ni hablarles personalmente,
el Padre ha testificado de mí. Pero ustedes no le escuchan,
rehusando creerme que fui enviado a ustedes con el mensaje de Dios.
¿Cómo
es que algunos de ustedes hablan de Aquél que el Padre apartó
para sí mismo y envió al mundo, diciendo: "El
blasfema porque dice: 'Soy el Hijo de Dios'"? Ahora les digo:
Yo soy el camino, y la verdad, y la vida, nadie puede conocer al
Padre a menos que yo se lo presente. Sólo el espíritu
da vida, mientras que la carne no cuenta para nada. Las palabras
que les hablo son espíritu y vida. Si
alguno oye estas palabras y no cree, yo no le juzgo, porque yo no
vine a juzgar al mundo, sino a salvarlo. Sin embargo, les advierto,
que los que me rechazan y rechazan mis palabras darán cuenta:
la verdad que yo he hablado será su juez en el último
día. Ciertamente
los cielos sobre ustedes, y la tierra bajo sus pies un día
pasarán, pero las palabras que les hablo no pasarán
jamás.
EL
PADRE
¿Qué piensan de Jesucristo? ¿De quién
es Hijo? Yo
no he venido de mi propia cuenta, mas he sido enviado por Aquel,
que es verdadero. Hasta ahora ustedes no lo han conocido como yo
lo conozco, pero yo he venido a ustedes enviado por El.
Nadie
conoce quién es el Hijo, sino el Padre: ni nadie puede conocer
al Padre, sino el Hijo, y aquel a quién el Hijo se lo quiera
revelar. El
que me ha enviado está conmigo, El no me ha dejado solo,
porque yo siempre hago lo que a Él agrada. El
que me ha visto, ha visto al Padre; entonces, ¿por qué
siguen diciendo: "Enséñanos el Padre?" ¿No
creen que yo soy uno con mi Padre, y el Padre es uno conmigo?
Yo
y mi Padre somos uno. Todo lo que tiene el Padre es mío.
Yo he venido de mi Padre a este mundo; de nuevo dejaré a
este mundo y volveré a mi Padre.
El
Hijo no puede hacer nada por su cuenta, mas hace todo lo que ve
que el Padre hace. El Padre ama al Hijo, y le enseña todo
lo que hace; y ustedes presenciarán mayores obras que las
que ya han visto. Porque como el Padre levanta a los muertos, y
da nueva vida, así el Hijo da nueva vida a los que quiere.
Esto
que les estoy diciendo, es lo que les he estado diciendo desde el
principio. Hay tantas cosas en sus vidas que yo pudiera condenar;
pero yo he venido con otro mensaje, que me ha sido dado por el único
que es la Verdad. Este es el mensaje que yo predico al mundo.
Porque
Dios no envió al Hijo al mundo para condenar al mundo; sino
para que mediante Él, el mundo pueda ser salvado. El que
cree en Él no es condenado, pero el que no cree ya está
condenado porque no ha creído en el nombre del único
Hijo de Dios.
Yo
no puedo hacer nada de mi propia cuenta; según oigo, así
juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi propia voluntad,
sino la voluntad del Padre que me ha enviado. Así como el
Padre tiene el poder de dar vida; así el Hijo tiene el don
de vida; y le ha sido dada la autoridad para ejecutar juicio, porque
Él es el Mesías, el Hijo del hombre.
Cuando
ustedes levanten en alto al Hijo del hombre (en la cruz), entonces
sabrán que yo soy; y reconocerán que no hago nada
de mi propia autoridad, sino les digo lo que mi Padre me ha enseñado.
EL
BUEN PASTOR
No
teman, pequeña manada; es el placer de su Padre el darles
el reino. Yo
soy el buen pastor. Conozco a los míos y ellos me conocen,
así como el Padre me conoce y yo lo conozco a Él.
Yo doy mi vida por causa de las ovejas. Mis
ovejas conocen mi voz. Yo las conozco a cada una por nombre, y ellas
me siguen. Yo les doy vida eterna. Nunca serán destruidas,
ni nadie podrá arrebatarlas de mi mano. Mi
Padre, quien me las dio, es más grande que cualquier reino
o poder, y no hay fuerza que sea capaz de arrancar de sus poderosas
manos ni aun a la más pequeña de mis ovejas. Hay
muchas ovejas que aun no están en el redil: tengo que congregarlas
a ellas también. Ellas se regocijarán al escuchar
mi voz, y habrá un solo redil, y un solo pastor.
El
que entra por la puerta al redil es el pastor de las ovejas. A él,
el, portero le abre la puerta, y las ovejas reconocen su voz. El
las llama individualmente por nombre y las saca y las guía
a los prados verdes. Cuando
saca las ovejas a pastar, él va al frente de ellas. Ellas
lo siguen, consoladas por las palabras que él les habla.
Ellas no seguirán a un desconocido.
Atemorizadas
al escuchar una voz desconocida, las ovejas huirán en todas
direcciones. Yo soy el buen pastor, que deseo dar mi vida por las
ovejas. El asalariado no es en verdad un pastor. No cuida de las
ovejas como si fueran suyas; y huye cuando ve venir al lobo, dejando
las ovejas desamparadas. El lobo las ataca, y ellas se dispersan
en todas direcciones.
Yo
soy la puerta al redil. Los que intentan entrar a este redil por
otro medio son nada más que ladrones y saqueadores. Tales
eran los que vinieron antes que yo, pero las ovejas no los reconocieron
ni los siguieron. Yo soy la puerta.
Entren
por esta puerta y serán salvos; libres para entrar y salir,
y encontrar alimento. Los
ladrones vienen solamente a robar, a matar y a destruir; pero yo
he venido para que puedan encontrar la vida en sus mayores riquezas.
ALIMENTO PARA EL ALMA
Está
escrito: "No solamente de pan vivirá el hombre, sino
de toda palabra que procede de los labios de Dios."
Yo
soy el pan de vida: si vienen a mí, nunca tendrán
hambre espiritual otra vez; y si creen en mí, jamás
estarán sedientos espiritualmente. Este es el pan vivo que
ha descendido del cielo: si alguno comiera de este pan, vivirá
para siempre. El pan que doy es mi vida, la cual doy por la vida
del mundo. Yo
soy el pan de la vida, y las palabras que les hablo son espíritu
y son vida.
Este,
pues, es el pan que ha descendido del cielo: para que ustedes puedan
festejarse con alimento espiritual, y debido a esto, reciban vida
espiritual y no mueran. No gasten todas sus energías en comida
que perece; en vez, busquen la comida que permanece para siempre.
Este
es el alimento que el Mesías, el Hijo del hombre, les dará,
porque Dios el Padre le ha dado este poder. Han
oído que sus antepasados comieron el maná cuando estaban
en el desierto, pero eso ocurrió muchos años atrás,
y ahora ellos están muertos. Moisés
no pudo darles el verdadero pan del cielo, el cual mi Padre les
ofrece a ustedes. Pues
el pan de Dios es el que ha descendido del cielo, y da vida al mundo.
Si
ustedes comprendieran el regalo de Dios (y quién soy yo),
me pedirían que les diera agua viva; porque el que bebe agua
natural vuelve a estar sediento, pero el que bebe del agua que yo
doy descubrirá que un manantial brota del interior de él,
y que le da vida eterna.
Si
están sedientos espiritualmente, vengan a mí y beban,
porque los que en mí creen, como han dicho las Escrituras:
"De sus entrañas fluirán ríos de agua
viva.