EL
REINO DEL CIELO
Desde el tiempo de Juan el Bautista hasta ahora, el reino del
Cielo se ha estado aproximando poderosamente, ¡y grande es el número
de los que ardientemente y con anhelo se han apoderado de su verdad!
El
reino del cielo es como el campo de trigo del agricultor que sembró
buena semilla. Una noche, mientras el agricultor dormía,
su enemigo vino y sembró mala hierba (cizaña) entre
el trigo, y se fue. Cuando las primeras espigas de trigo brotaron
de la tierra, apareció también la mala hierba. Al
ver esto, vinieron los trabajadores al agricultor, y con voces angustiadas
le dijeron: "Señno, ¿no sembramos buena semilla en su
camp? ¿Por qué, entonces, hay tanta mala hierba?"
El
agricultor contestó: "Un enemigo ha hecho esto."
"¿Quiere
usted que la arrangquemos?" preguntaron los trabajadores.
"No".
respondió el agricultor, "si arrancan la mala hierba,
arrancarán también el trigo. Déjenlos crecer
juntos hasta el tiempo de la cosecha; y al tiempo de la siega les
diré a los segadores: 'Recojan primero la mala hierba, y
átenla en manojos para quemarla. Luego recojan el trigo y
pónganlo en mi granero.'"
El
que sembró la buena semilla es el Hijo del hombre. El campo
es el mundo. La buena semilla representa a los hijos del reino,
mientras que la mala hierba representa a los hijos del malvado.
El enemigo que sembró la mala hierba es el diablo. La cosecha
es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles. Como
la cizaña fue recogida y quemada en el fuego, así
también será al final de esta edad. El Hijo del hombre
mandará a sus ángeles, y ellos recogerán a
todo lo que ha causado tropiezo y a aquellos que viven sin ley fuera
de su reino, y los echarán a padecer en el fuego; un lugar
de lamento y tormento.
Entoches
los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre.
Si tienen oídos para oir, entonces escuchen estas palabras.
Todo reino que está dividido contra sí mismo está
perdido; y toda ciudad u hogar dividido contra sí mismo finalmente
fracasará. De la misma manera, si Santanás pelea contra
Satanás, contra sí mismo está dividido. ¿Cómo
pues, podrá su reino permanecer por largo tiempo?
Si
yo echo fuera demonios y hago señales y prodigios, como aliada
de Santanás, entonces, ¿què poder usan sus hijos cuando
ellos hacen lo mismo? Que sean ellos sus jueces. Ellos pueden aclarar
esta pregunta para ustedes. Pero, sin embargo, si yo expulso demonios
por medio del Espíritu de Dois, entonces el reino de Dios
ya ha venido a ustedes.
Uno
no puede tomar nada del reino de Satanás si primero no ata
a Satanás. ¿Nunca han leído ustedes en las escrituras:
"La piedra que los constructores rechazaron, ha venido a ser
la piedra angular; esta es la obra del Señor, y es cosa maravillosa
a nuestros ojos"? Cualquiera que caiga sobre esta piedra será
quebrantado por su verdad, y sobre quien esta piedra caiga lo pulverizará.
¡Miren! El reino de Dios se les quitará a ustedes que oyen
y no hacen nada, y le será dado a gente que trabaje para
producir frutos en sus vidas.
No
es repitiendo "Señor, Señor" que entrarán
en el reino del cielo, sino haciendo la voluntad di mi Padre que
está en el cielo. ¿Qué sucedería si ustedes
fueran tarde en la noche a tocar fuertemente a la puerta de una
de las residencias prominentes de la ciudad, después que
el dueño se haya acostado, llamando: "Abra la puerta,
queremos entrar"?
El
contestaría: "Váyanse, no sé quienes son
ustedes".
Y
si siguen protestando: "Pero nosotros hemos comido juntos en
los mismos banquetes, y le hemos oído enseñar en nuestras
calles", él contestará (menos cortésmente):
"Ya les dije que no los conozco. Déjenme en paz".
En
el día del juicio munchos vendrán diciendo: "Señor,
Señnor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y en tu nombre
hemos expulsado demonios, y en tu nombre hemos hecho muchas obras
prodigiosas?
Entonces
tendré que decirles: "Apártense de mí,
nunca los conocí. Ustedes han vivido toda su vida haciendo
el mal."
A
ustedes se les ha otorgado el conocer los misterios del reino del
cielo.
Había
una vez un inversionista rico que se preparaba para salir a un país
distante. Antes de salir llamó a sus tres socios y les encargó
la administración de sus bienes mientras él estuviera
ausente. A uno le dio cinco cuentas, a otro le dio dos cuentas menores,
y al tercero le dio una cuenta pequeña. A cada uno le dio
responsabilidades de conformidad con sus talentos. Luego se fue
de viagje.
El
socio encargado de las cinco cuentas comenzó inmediatamente
a comprar y a vender, y muy pronto duplicó las inversiones,
y obtuva diez cuentas. El segundo socio hizo lo mismo. Invirtió
las dos cuentas que se le habían confiado, y también
fue capaz de duplicar su valor. Pero el tercer socio tuvo miedo.
Puso los registros de su cuenta en una caja y la enterró
en la tierra. Allí los dejó por temor de que se perdieran
o se los robaran. Muchos meses más tarde, volvió de
su viaje el hombre rico. Inmediatamente reunió a sus socios
para que le dieran cuenta de la administración de su dinero.
El
primer socio dijo que él había invertido las cinco
cuentas y ahora tenía diez. A esto, el hombre rico dijo:
"Has hecho muy bien y has sido fiel. Porque has sido responsable
con estas cinco cuentas, pondré muchas más a tu cargo,
y más importantes bajo tu responsabilidad. Puedes empezar
hoy mismo a gozar de estos privilegios."
Luego
llamó al segundo socio, quien le dijo: "Pusiste dos
cuentas a mi cargo, ahora tengo cuatro."
Esto
hizo que el hombre rico dijera lo mismo que le había dicho
al primer socio: "Bien hecho, tú has sido fiel administrando
dos cuentos menores. Te pondré a cargo de muchas más.
Ve a tu labor con alegría."
Finalmente,
el tercer socio fue llamado. Este dijo: "Sé que eres
un hombre duro. Colectas ganancias del dinero de otros y temí
que tú sólo tomaras cualquier beneficio que yo hiciera
con mi pequeña cuenta. Así es que puse el dinero en
una caja y la enterré en la tierra, y la mantuve allí
hasta tu regreso."
A
esto, el hombre rico contestó: "Tú eres un socio
malvado. Sabes mi manera de hacer negocios. Por lo menos podrías
haber puesto el dinero en el banco para ganar intereses. Tomaré
tu cuenta y la daré al socio que ganó diez."
Entonces el hombre rico dijo a sus ayudantes: "Expulsen del
reino a este socio inútil, a un lugar de sufrimiento y pesadumbre."
En
el reino del cielo, la persona que utiliza bien todo lo que tiene,
continuará recibiendo más y más, y tendrá
abundancia. Pero los que viven irresponsablemente, aun en las cosas
más pequeñas, perderán todo lo que les han
sido concedido. Otro
ejemplo es el terrateniente que salió temprano una mañana
a emplear trabajadores para su viñedo. Encontrando trabajadores
diestros, acordó con ellos a pagarles una moneda de plata
por día. Luego los envió a su viñedo.
Más
tarde esa mañana, cerca de las nueve, volvió al pueblo,
y viendo en el mercado a un grupo de trabajadores en el mercado
desocupados les dijo: "Vayan a mi viñedo y les pagaré
un salario justo." Al mediodía el terrateniente volvió
al pueblo, y otra vez a las tres de la tarde; y en cada ocasión,
reclutó a los desempleados para trabajar en su viñedo.
Finalmente,
alrededor de las cinco de la tarde, volvió una vez más
al pueblo. Allí encontró unos cuantos trabajadores
que aún estaban desempleados. Les preguntó: "¿Por
qué están ustedes aquí parados todo el día
sin trabajar?"
Ellos
le contestaron: "Porque nadie nos ha empleado."
Les
dijo: "Vayan, todavía tengo trabajo en mi viñedo."
Cuando
cayó la tarde, el terrateniente dijo al mayordomo: "Llama
a los trabajadores y dales su salario, empezando por los últimos
hasta los primeros que employeé hoy."
Aquellos
que habían sido empleados a los cinco de la tarde vinieron,
y cada uno recibió una moneda de plata. Al ver esto, los
que habían sido reclutados temprano en la mañana se
imaginaron que recibirían mucho más. Sin embargo,
cuando cobraron recibieron también una moneda de plata.
Inmediatamente
se quejaron al terrateniente diciendo: "Estos que fueron empleados
al atardecer ni siquiera trabajaron una hora, y usted les ha pagado
a ellos el mismo salario. Nosotros hemos hecho casi todo el trabajo
durante las horas más calurosas del día."
El
terrateniente les contestó: "Amigos, no les he hecho
nada malo. ¿No acordamos a un salario de una moneda de plata al
día? Así es que, tomen lo que es suyo y sigan su camino.
Yo he decidido pagar a los que empleé al final del día
el mismo salario que a ustedes. ¿No tengo yo el derecho de hacer
lo que me plazca con mi dinero? ¿Están llenos de envidia
sus ojos porque ven que he sido generoso y benévolo?"
Esta
es también una parábola acerca del reino del cielo,
porque les digo, que los últimos serán los primeros
y los primeros serán los últimos. Muchos son llamados,
pero pocos los elegridos.
El
reino del cielo es como un tesoro que yace enterrado en un campo.
Un día un hombre lo descubrió. Inmediatamente lo volvió
a cubrir, y gozosamente vendió todo lo que poseía
(consideráandolo un pequeño sacrificio) para poder
comprar el campo en donde estaba enterrado el tesoro. El reino del
cielo es como el comerciante que pasó su vida buscando la
perla perfecta. Cuando finalmente la encontró, vendió
todas sus posesiones y la compró.
El
reino del cielo es como un agricultor que esparció semilla
en sus campos. Aunque el proceso siempre permanece un misterio para
él, las semillas continuan brotando y creciendo sin necesitar
su ayuda. La tierra hace crecer las semillas. Primero brota el tallo
de la tierra, luego aparecen las espigas de trigo, y luego los granos
del trigo maduran. Finalmente el agricultor toma su hoz porque el
tiempo de la cosecha ha llegado una vez más.
El
reino del cielo es como una semilla de mostaza sembrada en un campo.
Aunque es una de las más pequeñas de las semillas,
crece mucho más grande que las otras plantas del huerto,
al punto de llegar tan alta como un árbol; un lugar donde
las aves pueden anidar y encontrar refugio. El reino del cielo es
como la pequeña porción de levadura que uno usa para
hacer pan. Aunque está mezclada con una gran porción
de harina, fermenta toda la masa.
Finalmente,
el reino del cielo se puede comparar con la red de un pescador que
es echada al agua y recoge toda clase de peces. Cuando se llena,
el pescador la arrastra hasta la orilla. Allí recoge en cestos
los pescados bueno y desecha los malos. Así será al
final de las edades. Los ángeles vendrán y separarán
a los malvados de los hijos de Dios, arrojarán a los malvados
en el fuego: un lugar de sufrimiento y remordimiento.
Cuando
les envié a ministrar sin bienes materiales, sin dinero o
sustento con los cuales podrían contar para sobrevivir, ¿sufrieron
alguna vez necesidad?
No
se preocupen por el día de mañana, porque el día
de mañana traerá sus propias preocupaciones. Verdaderamente,
cada día trae sus propias preocupaciones para que estén
ansiosos por el futuro. ¿Quién de ustedes puede, a través
del ejercicio mental, añadir una pulgada a su estatura?
Miren
a las aves del cielo; ¡ellas no vuelan preocupadas! Ellas no trabajan
hasta tarde en la noche, ni agonizan sobre el futuro, pues el Padre
celestrial, con seguridad, velará que sean alimentadas. ¿No
saben ustedes que son más cuidados que las aves?
¿No
se venden dos gorriones pequeños por unos pocos centavos?
A pesar de esto; ni uno de ellos puede caer a tierra sin que nuestro
Padre celestial lo sepa. Así es que, no tengan miedo. Ustedes
valen mucho más que innumerables bandadas de gorriones. Aun
hasta los cabellos de sus cabezas han sido contados. ¿Por qué,
entonces se preocupan constantemente por la ropa que han de vestir?
Miren los lirios silvestres en el campo. Crecen naturalmente, sin
esfuerzo. Ni siquiera el rey Salomón en toda su pompa y gloria
se vistió tan hermosamente como una de estas flores. Si Dios
cuida de eso que crece silvestremente en el campo, que hoy es y
mañana se usa para el fuego, ¿no cuidará El mucho
más de ustedes? ¿Cómo es que tienen tan poca fe?
Por
tanto, dejen de preocuparse, diciendo: "¿Qué comeremos?
¿Qué tomaremos? ¿Tendremos suficiente para vestirnos?"
(De ésta manera piensan los incrédulos, y se preocupn
siempre.) ¡Descansen! Su Padre calestial sabe que necesitan todas
estas cosas y aun más. Busquen primero el reino de Dios y
su justicia y todas estas cosas les serán añadidas.
EL
MANDAMIENTO REAL
El
más importante de todos mandamientos es este: Oye, Israel,
el Señor, nuestro Dios, es único Señor. Amarás
al Señor tu Dios con todo corazón, y con toda tu alma,
y con toda tu mente y con todas tus fuerzas.
Yel
segundo es este: Amarás a tu prójimo como te amas
a ti mismo.
Este
es mi mandamiento: ¡Que se amen los unos a los otros como yo los
he amado! No hay mandamientos más importantes que estos.
¡Nadie puede tener un amor más grande que el amor del que
está dispuesto a dar su vida por sus amigos!
Cualquiera
que vive contrario a siguiera el menor de estos mandamientos será
el menor en el reino del cielo. Pero el que rige su vida por ellos,
y enseña a otros el gozo de seguirlos, será considerado
grande en el reino del cielo. Les he dicho todas estas cosas, para
que mi gozo pueda quedar con ustedes, y para que su gozo sea completo.
Seguramente
han oído el dicho: "Amarás a tu prójimo
y odiarás a tu enemigo."
Pero
yo les digo: Amen a sus enemigos. Bendigan a aquellos que los malicen.
Hagan el bien a los que los odian. Oren por los que los desprecian
y persiguen.
Haciendo
esto, serán los hijos de nuestro Padre que está en
el cielo: pues El hace que el sol se levante para los malos y los
buenos, y envía lluvia a los justos y a los injustos. Si
sólo aman a los que los aman, ¿qué de bueno tiene
esto? Aun los impíos viven por esta regla. Si son hospitalarios
sólo con sus amigos, ¿qué recompensa tendrán?
El criminal más endurecido probablemente hace lo mismo.
En
vez, ámense los unos a los otros como yo los he amado. Haciendo
esto, todos verán que son mis discípulos, porque están
que son mis discípulos, porque están llenos de un
amor sin egoísmo. No se engañen; si alguno verdaderamente
me ama, ustedes lo sabrán. Esa persona vivirá su vida
conforme con mis palabras, y mi Padre lo honrará y lo bendecirá
con la presencia de sus bendiciones y su fraternidad. Así
es que, si escuchan lo que les digo, y lo hacen, y me aman, serán
amados por mi Padre y por mí. Vendremos y haremos nuestra
morada dentro de ustedes (en la morada de su corazón).
Pues
mi Padre los ama, porque han creído en mí, y han creído
que he venido de Dios. Así como Dios me ha amado, y yo les
he amado, continúen en ese amor. Guarden mis palabras y vivirán
en este amor. Yo guardo los mandamientos de mi Padre, y por esto
habito en su amor.
Cierto
hombre viajó de Jerusalén a Jericó. En el camino
fue atacado por ladrones que lo desnudaron y lo golpearon, dejándolo
medio muerto. De casualidad, un sacerdote caminaba por el mismo
camino. Pero viendo al pobre hombre, cruzó al otro lado del
camino.
Luego
un hombre muy religioso llegó al lugar del asalto. Miró
a la víctima, y rápidamente, pasó al otro lado
del camino.
Finalmente,
un samaritano, un hombre despreciado debido a su raza, se acercó.
Cuando vio al hombre herido, inmediatamente sintió compasión
por él, y rasgando su manta en fajas, vendó sus heridas
y les echó aceite y vino. Tendió al hombre con cuidado
sobre su mula, y lo trajo a una posada. Allí se aseguró
de que el herido recibiera buen cuido.
En
la mañana, antes de partir, pagó al posadero y le
dijo: "Cuide de este hombre y cuando yo vuelva, le pagaré."
¿Cuál
de estos tres, creen ustedes, fue el prójimo del hombre que
cayó entre los bandidos?
Vayan,
y vivan haciendo lo mismo que el Buen Samaritano.